EL DARDO
@pacolloret_
El Valencia se somete a la prueba del algodón esta noche en Los Cármenes ante un rival que ha perdido en casa los dos encuentros anteriores disputados. Así que un Granada necesitado de puntos y estimulado por la urgencia de proporcionar una alegría a su parroquia, recibe a los de Mestalla tras el partido de “liberación”- en palabras de Miroslav Djukic- jugado en Mestalla.
@pacolloret_
El Valencia se somete a la prueba del algodón esta noche en Los Cármenes ante un rival que ha perdido en casa los dos encuentros anteriores disputados. Así que un Granada necesitado de puntos y estimulado por la urgencia de proporcionar una alegría a su parroquia, recibe a los de Mestalla tras el partido de “liberación”- en palabras de Miroslav Djukic- jugado en Mestalla.
Todavía no se han apagado los ecos del triunfo ante el Sevilla y en el horizonte inmediato aparece un compromiso de cierta exigencia que aportará más luz a la realidad valencianista que la meritoria actuación del pasado domingo, rodeada de unas premisas extraordinarias en el campo y en la grada.
El algodón no engaña, decía el mensaje publicitario para reforzar la calidad del producto limpiador que se anunciaba hace ya algún tiempo. El partido de hoy en la ciudad de La Alhambra, tampoco. Hoy se comprobará en su auténtica dimensión si la metamorfosis experimentada por el Valencia fue algo circunstancial o si, por el contrario, se trata del inicio de un nuevo ciclo en el que los jugadores van a mostrar mayor compromiso y menos indolencia, además de algunas dosis de fútbol convincente.
Sin querer ser aguafiestas ni restar un ápice de mérito al triunfo ante el equipo de Unai Emery, conviene valorar en su justa medida ese resultado. El encuentro transcurrió por los cauces previstos, aunque algunos observadores se extrañaran de la respuesta de la afición y de la intensidad de los jugadores. O les falta experiencia en estas lides o vieron sus expectativas de motín defraudadas. Otra vez será. El caso es que los “mestallólogos” con un mínimo conocimiento de causa y algo de recorrido vital, no debieron sorprenderse en exceso por lo acontecido, era lo previsible.
La grada no iba a mirar esta vez ni al palco ni al banquillo. Los jugadores no son tontos, lo sabían de antemano, habían recibido indicios de que sobre ellos recaía toda la responsabilidad, así que no tenían otra salida que hacer lo que hasta ahora no habían hecho: poner toda la carne en el asador. El equipo jugó con coherencia, juntó sus líneas e incomodó a su rival, tres ingredientes elementales para salir airoso de la cita. La complicidad del público resultó esencial. Los espectadores están hartos de tanta revuelta, lo que quieren con toda su alma es disfrutar con su equipo y vibrar con los goles. Así fue. Mestalla empujó sin reservas y no hubo el más leve conato de protesta. La madurez y la fidelidad del valencianismo descolocaron también a los profetas del caos, tan reiterativos como pesados.
La noche empezó bien y acabó mejor. Pero es hoy cuando se va a contrastar el alcance de la reacción. Si el Valencia sale airoso, se abre un nuevo panorama marcado por el optimismo y la reconciliación. Pero si se sucumbe y no se da el do de pecho, los fantasmas de la crisis reciente reaparecerán para sembrar de dudas el ambiente. La apuesta de Salvo a favor del entrenador ha sentado un precedente y marca el futuro deportivo de la entidad. Las cartas están sobre el tapete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario