La Fundación espera que Císcar dé un paso al frente pero el vicepresidente deja toda la responsabilidad en manos de los patronos
A. BADILLO/J. C. VILLENA | VALENCIA..-
A. BADILLO/J. C. VILLENA | VALENCIA..-
La dimisión de Llorente descolocó a Varona y la de éste ha dejado fuera de juego al Consell. Amparado en una sentencia favorable y un patronato a su medida, el gobierno valenciano creía olvidado el problema del fútbol. El espejismo apenas ha durado unas pocas semanas. Hoy vuelve a verse como avalista de la Fundación y en mitad de la trayectoria del balón.
Tras la renuncia de Varona, hombre colocado a dedo por el vicepresidente Císcar, el resto de patronos que desembarcaron con la Generalitat en el Valencia esperan instrucciones. Con dos presidentes por investir, el del club y el del máximo accionista, cualquier conversación con un responsable de la Fundación tenía ayer el mismo epílogo: «Todo depende de lo que diga Císcar». Y Císcar no dirá nada. Si le piden una reunión la concederá por cortesía, pero en ella transmitirá al patronato que ya no existen vínculos con el Consell y que goza de plena autonomía en sus decisiones. La cortina de humo se extiende.
Descartada una nueva intervención política, la Fundación tendrá que hacer su propio camino. Aunque ayer alguno de los pesos pesados de la misma todavía contemplaba la posibilidad de que Císcar imponga a otra persona de su confianza en una maniobra similar a la de Varona («si es alguien sensato lo aceptaríamos»), el silencio administrativo alienta la vía de la promoción interna, con dos nombres en el horizonte: José María Tomás y Tío y Aurelio Martínez.
Aseguran sus más estrechos colaboradores que cada uno de ellos votaría al otro (¿con la boca pequeña?), por admiración profesional y por el problema que se quitaría de encima. En contra del primero juega la necesidad de compatibilizar su condición de magistrado con la de patrono. La próxima semana espera obtener el visto bueno de la comisión permanente del Consejo General del Poder Judicial. Otra cosa es que la presumible autorización pudiera hacerse extensiva al rol de presidente de una institución que maneja dinero y que debe negociar con un banco. Tomás y Tío, definido por varios patronos como «el presidente ideal», ha llegado además a la Fundación con otra idea no tan prosaica: el desarrollo de iniciativas de ámbito cultural, deportivo y solidario.
Todo ello convierte en gran favorito a Aurelio Martínez, impulsado por su perfil financiero. Él no querría ser presidente de la Fundación por una cuestión de edad y desgaste profesional, aunque asume que difícilmente podrá negarse. Es el hombre de números, su currículo le avala y ayer ya estableció la primera toma de contacto con Bankia.
En cualquier caso, de aceptar el cargo Aurelio propondría que sólo fuera de manera transitoria hasta que culmine el proceso de democratización. Porque la idea romántica de Varona sigue en pie, aunque se ejecutará en su debido momento. El patronato de nuevo cuño quiere que el valencianismo elija a su presidente, pero no de forma atropellada, en un escenario donde son otras las prioridades. La principal traba al referéndum que propuso el ya expresidente de la Fundación era de raíz jurídica. Existía temor a no tener todos los cabos atados y que el veredicto popular terminara impugnado por la junta general.
La otra gran asignatura pendiente, la elección del presidente del Valencia, también tiene un candidato que reúne todas las bendiciones. Si Císcar cumple su promesa y opta por inhibirse, el sustituto de Vicente Andreu será Amadeo Salvo. Como dijo Llorente, no lo eligieron vicepresidente deportivo de la Fundación para gestionar el fútbol base. Él quiere el cargo y los compañeros de patronato lo avalan. Destacan del empresario su condición de 'futbolero', la frescura de ideas, la experiencia adquirida al frente de la modélica escuela de San José o sus conocimientos en el ámbito del patrocinio deportivo (ayer en el baloncesto, hoy en el motociclismo).
Uno de los primeros cometidos de Amadeo Salvo será confeccionar su consejo de administración. De momento hay perfiles, pero no nombres. «Sabemos qué queremos, no a quién queremos», explicaba ayer un miembro de la Fundación. Y también ahí surge la duda en torno al Consell. ¿Habrá venta del club? Por mucho esfuerzo que pongan Buch y Císcar en distanciarse de la gran decisión, la posibilidad está más cerca que nunca. Y en tan peliagudo asunto, los patronos mantienen su tesis. No se opondrán, aunque dimitirán antes de ser partícipes.
Aunque todavía no se siente presidente de la Fundación, Aurelio Martínez empieza a ejercer como tal. Lo hizo ayer al reunirse con la cúpula de Bankia en Madrid y hoy repite papel sentándose en una mesa con Andreu y Llorente. El encuentro con el acreedor tuvo carácter informal. Aurelio detalló a los responsables del banco la incertidumbre del momento. Llegó a manifestarles que desconoce si seguirá en el cargo e incluso apuntó que en la situación actual no se siente legitimado para negociar con Bankia. Todo depende, otra vez, de Císcar. Aun así, Aurelio avanzó en un acuerdo para refinanciar el crédito de la Fundación, con un plazo de carencia de al menos dos años, mientras que la entidad financiera le recordó que todo pacto pasa por la voluntad del Consell de asumir el aval.
Al regreso de Madrid, Aurelio vio cómo el Valencia volvía a tender la mano al propietario. Lo hizo al consensuar el precio de los pases, aunque Varona no lo entendió así, y ahora avanza en la misma línea al informar al economista de la situación del club como muestra de «relación fluida».
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