"Cuando me lesioné a mil kilómetros de casa, pensé que no volvería a jugar al fútbol"
Los aficionados valencianistas tienen dos referencias inmediatas de nuestro protagonista: la más lejana en el tiempo, la de aquel gol -intrascendente para algunos- que Míchel Herrero marcó al Portugalete en la Copa del Rey 2008-2009, que celebró con lágrimas en los ojos; la más cercana, la gran campaña realizada el año pasado vistiendo la camiseta del Levante. VLC NEWS habla con Míchel de su retorno a casa.
Míchel Herrero (Burjassot, 1988) recibe a VLC NEWS en plena charla. Pero él no es el ponente: a su izquierda, el atleta paralímpico David Casinos da una clase magistral al centenar de niños participantes en el I Campus Míchel Herrero sobre esfuerzo y superación. El jugador, como todos los presentes, escucha ensimismado las vivencias del medallista en Londres. Poco después, todos acuden a la grada del Estadio Gerardo Salvador de Paterna -dónde el campus se celebra estos días- para la tradicional foto de familia. Míchel no tiene problema en montarse en el coche y llevar personalmente a Casinos a su domicilio particular. A su regreso, mientras observa a su hermano Alberto jugar con un par de niños en el campo, el ex jugador de Mestalla, Deportivo, Hércules y Levante UD explica a VLC NEWS esas sensaciones tan especiales que está viviendo en sus primeros días como jugador del Valencia. Su equipo de toda la vida.
Es curioso comprobar el nivel de emoción que hubo en su presentación, hace unos días. ¿Es la culminación del ‘retorno a casa’?
En mi carrera ha habido muchos momentos emotivos, pero es cierto que la presentación fue el más emotivo: volvía al Valencia, me presentaban en Burjassot, venía mi gente, la que te apoya en los momentos buenos y en los malos… Agradezco al Valencia lo bien que lo hizo y cómo organizó el acto, todo fue muy bien.
El detalle de sus abuelos entre el público fue precioso.
¡Yo no sabía nada! No se si mi hermano lo organizó todo a escondidas… Es el mejor. Entré y vi a la gente, pero no me fijé. Sólo al subir al escenario, mientras Manolo Más hablaba, empecé a fijarme: mis padres, mi cuñada, mi hermano, mis tíos… luegos mis primas, tíos que nunca habían venido… y finalmente a la izquierda, mis abuelos. Ahí me temblaron las piernas, más que el día de mi debut en el Camp Nou. Son gente mayor, hay que cuidarlos. Y nunca vienen a verme al campo porque si me dan una patada fuerte se preocupan más de lo normal. Pero el otro día acudieron los tres abuelos vivos que me quedan, y eso es lo más bonito que le puede pasar a una persona. Verles llorar de felicidad es tremendo.
¡Imagínese cuántas veces habrán hablado de su nieto con orgullo!
Me escuchan en la radio, me ven por la tele… Desde casa intentan verme por todos los medios posibles. Pero en directo nunca lo habían hecho, para ellos era algo nuevo. Manolo Más se portó muy bien, mis abuelas lloraron pero me sorprendió mi abuelo. Se lo comenté después a mi padre: era la primera vez que veía a mi abuelo con lágrimas en los ojos. La confianza que te da algo como aquello para los siguientes tres años, o el tiempo que sea, te impulsa a darlo todo para conseguir lo máximo posible.
Es curioso: recuerdo perfectamente su primer gol con el Valencia. En Mestalla, contra el Portugalete, en Copa del Rey. Noviembre de 2008. Tres a cero. Y nunca se me olvidará debido a su celebración…
Es que con el Valencia ha debutado mucha gente de la cantera. Isco, por ejemplo, que también marcó goles. Pero creo que a mí me hizo un poco más de ilusión porque soy valenciano y eso tira mucho. Mi sueño desde pequeñito era jugar en Mestalla. Yo he gritado goles de Piojo, o de Mendieta, y mi sueño era ser yo el que marcara goles y que todo el campo lo aplaudiera. Todo tiene su recompensa, como le digo a los niños del campus. Me llegó aquella oportunidad, lo aproveché, y aquel gol nunca lo olvidaré en la vida. Este año marqué un gol muy emotivo también en Getafe con el Levante, pero el que hice contra el Portugalete nunca lo olvidaré. Al recordarlo se me pone la piel de gallina.
Y cinco años después, llega el momento en que Usted salta a Mestalla con la nueva camiseta naranja de este año, y allí está. Ante su gente.
En ese momento estaba con Mathieu, con Voro, con Naiara y con Héctor. Y cuando estaba en el túnel pensé en que había estado compartiendo vestuario con Villa, Silva, Mata y compañía. Jugadores muy grandes. Y pensé: “Vuelvo a estar en este túnel. Vuelvo a tener la oportunidad de saltar al césped”. Y estaba nervioso. Cuando sales del club por circunstancias, siempre sueñas con volver y que te llegue otra oportunidad. Y así ha sido.
Una travesía que tuvo una primera parada complicada. Lo más duro para un jugador, como le ocurrió a Usted en A Coruña, es padecer una lesión grave.
Como decías antes, el gol ante el Portugalete es muy emotivo, pero aún lo es más que cuando me rompí la rodilla, tres amigos míos de Valencia pidiesen fiesta en el trabajo y viniesen al día siguiente de operarme para estar conmigo. En los momentos buenos siempre hay gente que te felicita, pero lo más importante y a la vez cruel para un jugador es una lesión, porque te aleja del césped. Piensas mucho en si volverás a jugar, en la gravedad de la lesión. Tener el apoyo de mi gente me sirvió para luchar, en primer lugar, por ellos. Cuando estoy dentro del campo, lo hago por ellos, los que confían en mí.
¿Qué sacó Usted como experiencia positiva en A Coruña y en el Hércules?
Muchas cosas. Incluso diría que aprendí más el año del Depor que el año del Hércules. En Alicante todo fue buenísimo: jugué todo, de mediapunta, marqué goles, casi ascendemos… Lo pasé muy bien. Pero en el Depor he aprendido muchas más cosas. Nunca me había lesionado. Nunca lo había pensado. Y ocurrió la primera vez que salía de casa, con el objetivo de formarme y jugar partidos, y te lesionas de la rodilla en el primer partido. Es cruel e injusto, pero tienes que levantarte. Sinceramente pensé que no volvería a jugar a fútbol. Ves que no puedes, que la rodilla se hincha, que tenías que volver a aprender a andar. Había días y momentos que lo pasabas muy mal. Yo he llorado muchísimas veces porque si te ocurre algo así en casa, al menos estás con tu familia. Yo estaba a mil kilómetros. Mi madre y mi hermano estuvieron la primera semana, pero yo les insistí en que tenía que vivir esa situación yo sólo, aprender y crecer. Y se hace largo: fueron siete meses que se me pasaron como veinte años. Pero maduras mucho: la rehabilitación, la ropa, la alimentación… Lo viviría otra vez, porque me ha ayudado muchísimo a nivel personal, a nivel social y a nivel deportivo.
¿Siente que tras pasar por ese trago, tiene más edad de la que pone en su carné?
A mucha gente le sorprende. Tengo 24 años, soy un niño como quien dice, aunque no como cuando debuté con 19 años. Creo que he recorrido mundo. No le deseo una lesión grave de rodilla a nadie, pero puede que me ayudase mucho. Me considero alguien normal, voy con mis amigos a todas partes igual que siempre. Y todos me dicen que no cambie, porque soy el mismo desde que jugaba en el Burjassot.
Hay jugadores que se toman una cesión como un fracaso. ¿Qué les diría?
Sí que es cierto que el día que te lo plantean, no quieres marcharte. Yo quería seguir en mi club, en el Valencia, y ser un jugador como Albelda o Ballesteros, que están muchos años en el club. Eso es muy bonito, pero es muy difícil. Yo se lo aconsejo a muchos jugadores. El Valencia es el tercero o cuarto de España, y tiene jugadores muy buenos. Si sales de la cantera, quizá tienes que pasar por otro sitio antes de llegar al primer equipo. En otros clubes puedes demostrar lo que vales si tienes más continuidad, es lógico. De mi etapa en Depor, Hércules y Levante saco que he crecido, madurado y demostrado que puedo tener un hueco. Y el Valencia, viendo las estadísticas, ha considerado que puede defender su escudo. A gente como Bernat, Carles Gil, Rubén o Roger del Levante le digo que no es malo, que no se preocupen. A veces marcharse cedido es dar un paso atrás para después dar dos hacia adelante.
En el caso de Míchel, lo de demostrar por narices, por puro pundonor, que vale para el Valencia ha sido siempre una de sus cualidades. Y el club lo tenía claro cuando le rescindió el contrato pero se guardó la opción de recompra.
Quizá vieron, cuando regresé del Hércules, que no iba a tener continuidad en Primera. Y por eso incluyeron la opción de recompra. También es cierto que del Levante nunca tendré una palabra mala: tengo que agradecer la confianza que el Levante tuvo en mí durante esa etapa cuando el Valencia no lo hizo. Quico, todo el consejo, el cuerpo técnico, los compañeros y la afición especialmente, teniendo en cuenta que venía del eterno rival,se han portado muy bien conmigo. La primera vuelta me salió muy bien, marqué goles y ahí es cuando el Valencia apostó por mí y pensó que había llegado el momento. En estos tres años intentaré demostrar lo que no he podido demostrar en años anteriores.
Ha sacado Usted a colación el nombre de Albelda. ¿Qué le ha parecido la salida del jugador, más allá de la persona, como símbolo del club?
Será extraño para la afición, para los compañeros… Albelda nos aconsejaba y enseñaba porque ha vivido mucho. Teníamos una envidia sana, ojalá viviéramos una carrera como la suya. Albelda ha dado todo lo que ha podido al Valencia y al fútbol valenciano, tenemos que estar orgullosos de él. Pero el club ha tomado a esa decisión, y tendrá sus motivos. Todo ciclo se acaba. No digo que Albelda esté para retirarse, ni mucho menos, pero el fútbol cada vez es más exigente. ¡Ojalá todos pudiésemos jugar hasta los cincuenta años! El club considera que su ciclo se ha acabado. Es triste, y por supuesto que lo echaremos de menos. Los primeros partidos se le extrañará mucho en el centro del campo, pero ha venido gente como Javi Fuego que intentará hacerlo igual o mejor.
Al menos, no tendrá que soportar sus ‘novatadas’…
Está claro que no soy el de antes. Antes era un niño recién salido de la cantera, veía a mis compañeros como mis ídolos. Pero ahora ya llevo mi carrera, he dado muchas vueltas, he jugado en Primera y en Europa, he marcado goles… Albelda seguirá siendo un referente para mí, ojalá yo esté quince años en el Valencia igual que él.
El otro nombre es el de Ballesteros. Dice que quiere seguir jugando al fútbol. ¿Se lo imagina jugando fuera del Levante?
Te choca bastante, porque también ha estado muchísimos años. Igual que choca lo de Albelda. Pero por circunstancias han decidido no renovarle, y si él se ve en un estado de forma óptimo lo veo bien. Depende del cuerpo y del estado físico. Yo creo que Ballesteros tiene mucha hambre e ilusión por seguir jugando, seguro que va a jugar en algún equipo. Los dos, si quieren seguir jugando, es porque pueden dar todavía mucho de ellos mismos.
¿Le ha sabido mal el final de temporada en el Levante, esos últimos dos o tres meses?
Claro que te duele. Lo más importante de un equipo es el ‘rollo’, la unión en el vestuario. En mi primera semana ya parecía que llevase dos años allí, es muy importante para alguien que viene de fuera. El Levante lo tenía y lo sigue teniendo. Lo que pasa es que, por circunstancias, salen cosas. Todos queremos que todo vaya bien, pero a lo mejor el ‘rollo’ cambia. Es verdad que los últimos meses ha cambiado, y te duele mucho, no te gusta que algunos jugadores choquen.
Una vez no hay confianza, es complicado reconducir la situación.
La relación que teníamos era exagerada. Luego se tuerce por cualquier circunstancia. Pero nosotros aparcamos aquello y dijimos que no íbamos a tirar la temporada por la borda. Dimos la cara y conseguimos la salvación a falta de tres partidos, pero eso sigue ahí y no podemos borrarlo. Sólo olvidarlo y pasar página, aunque en su día hizo daño.
Vamos acabando. ¿Qué tal Djukic? ¿Ha hablado con él?
No me ha llamado, pero lo conozco de un par de ocasiones de jugar ante él. Trae un mensaje ambicioso por su parte, pero también por parte del club. Me ha sorprendido el discurso ilusionante del presidente Amadeo Salvo, el proyecto que tenemos. Es esperanzador, porque si ellos tienen ese discurso fuera del campo, nosotros tenemos que transmitirlo dentro del campo y regresar a la Champions el año que viene.
Es sorprendente escucharle después de cuatro años fuera del club. Esa madurez que demuestra ahora también la refleja, por ejemplo, en su campus, rodeado de niños e implicándose personalmente en todas sus facetas.
Quiero que estos chavales aprendan, que se lo pasen bien, se socialicen y hagan amigos. Yo nunca tuve la oportunidad de ir a un campus. Siempre me ha gustado y siempre he querido dar la oportunidad a todos los niños. Es la primera edición, y lo más importante es que los niños están muy felices. Tal y como está la crisis, que vengan cien niños es increíble. Me gusta estar con ellos, entrenar, jugar con ellos y que vean que soy un chico normal y corriente. Que vean que de pequeñito era igual que ellos, no sabía pegarle con la derecha o con la izquierda, y tuve que aprender. Espero que alguno de ellos llegue al primer equipo.
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