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martes, 18 de junio de 2013

La valentía de Djukic

VICENT SEMPERE . AYER En cambio, Djukic, pese a su buena temporada en el Valladolid, me parecía todavía un técnico por explotar. Más cercano a Pellegrino que a Valverde en cuanto a madurez y callo en Primera.




VALENCIA. 
Cuando el Levante UD anunció a Joaquín Caparrós como su nuevo entrenador me resultó curioso que el Valencia hubiera elegido un técnico ‘perfil Levante' (Miroslav Djukic) y el Levante uno más ‘perfil Valencia', como era el de Utrera. 
Caparrós siempre ha sido uno de mis entrenadores favoritos para dirigir el Valencia. Un tipo con carácter, buen conductor de vestuario, atrevido para apostar por jóvenes como demostró en el Sevilla FC y en el Athletic Club.
En cambio, Djukic, pese a su buena temporada en el Valladolid, me parecía todavía un técnico por explotar. Más cercano a Pellegrino que a Valverde en cuanto a madurez y callo en Primera.

Pero en cuestión de dos días, cambió mi opinión por completo. Dos gestos, dos detalles, me llevaron a pensar que Djukic está completamente preparado para triunfar en Mestalla y, por contra, Caparrós me decepcionó en su primera intervención como técnico granota.
El andaluz se "borró" del único tema conflictivo con el que tuvo que lidiar en la rueda de prensa del acto de su presentación oficial. Al ser interrogado por lo que pensaba hacer con los cuatro jugadores salpicados en el ‘caso Barkero', Caparrós sacó el capote y remitió al club para resolver el asunto. "Todo eso está decidido antes de que yo hablara con el director deportivo y el presidente. ¿El qué? No voy a ser yo quién lo diga".
Sin embargo, Djukic tomó su primera gran decisión como entrenador del Valencia. Quizá la más valiente de todas cuantas deba de tomar en su primera temporada en el club:decidió que David Albelda no debía renovar.
Con ese gesto, le quitó un marrón de dimensiones considerables al presidente recién nombrado, Amadeo Salvo, y encima no escurrió el bulto y dió todas las explicaciones que se le pidieron en las entrevistas posteriores a la noticia del adiós del capitán: "Descartar a Albelda es lo mejor para el Valencia. Es difícil, pero no quería ver a Albelda en el banquillo", apuntó el serbio.
Djukic podría haber tirado por el carril de en medio. Aceptar un año más de Albelda, hablar con el de la Pobla Llarga, explicarle el rol, a priori secundario, que iba a tener en su equipo, y de esta forma contentar a la gran mayoría de aficionados -a tenor de las últimas ovaciones en Mestalla- que apostaban por contar un año más con el medio centro.
Pero el entrenador fue valiente. Se ‘limpió' a Albelda porque entiende que le puede suponer más un problema que una solución. Y de esa forma puso fin a la etapa como valencianista de un futbolista que, con el paso del tiempo, será uno de los más legendarios de cuantos han vestido esa camiseta, por títulos y jerarquía.
Qué hacer con Albelda ha sido el primer examen que ha afrontado Djukic en apenas una semana en el Valencia. Y lo ha superado con nota. Matrícula de honor. Y no por la decisión en sí. Ampliar o no el contrato de Albelda supone cerrar una etapa. Decir adiós al símbolo del Valencia campeón de la era contemporánea. Y eso, estemos o no de acuerdo, lo ha decidido el entrenador. Con valentía. Es su carta de presentación. Y no le ha temblado el pulso. Bravo por Djukic!

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