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lunes, 1 de abril de 2013

La procesión del silencio en el AVE

Llorente viaja junto a Valverde pero respeta los códigos de un día de partidoEl presidente sigue indignado con García Moreno aunque le consta que el vicepresidente está arrepentido por sus explosivas declaraciones




JUAN CARLOS VILLENA | MADRID..-


La procesión del silencio se transportó al domingo de Pascua. Por lo menos en el primer vagón del AVE que trasladó al Valencia ayer por la mañana a Madrid. Allí coincidieron, separados por una fila de asientos, Manuel Llorente y Ernesto Valverde. Los dos se saludaron nada más subir al vagón, pero ahí se acabó su comunicación durante el trayecto. El presidente quiso respetar los códigos del cuerpo técnico en un día de partido, y más teniendo en cuenta que en la primera media hora el extremeño no se separó de su portátil repasando los últimos detalles para afrontar el duelo del Calderón.
Pero, cuando se tomó un descanso, tampoco buscó ninguna conversación con Llorente. El respeto entre ambos es máximo, aunque al presidente le gustaría tener una comunicación más fluida con su técnico, como por ejemplo le ocurría con Emery. Es cierto que, en el caso de Unai, esa relación tenía toques 'pimpinelescos', si bien como suele decirse el roce hace el cariño. Al llegar a Atocha, el presidente optó por salir primero. Valverde le siguió a cierta distancia. Los códigos de un día de partido, será eso.
La expedición del Valencia levantó pasiones desde primera hora en ambas estaciones. Y es que la coincidencia del fin de la Semana Santa para los madrileños provocó que fueran centenares las personas que tuvieron a unos famosos compañeros de viaje. «Son los jugadores de Valencia», exclamó una señora de mediana edad, cámara en mano, en el andén de la estación Joaquín Sorolla poco antes de gastar los últimos megas libres de la memoria haciéndose una foto con Canales.
En el vagón número dos del tren que transportó a los valencianistas hasta Madrid se celebró con buen humor el vigesimocuarto cumpleaños de Piatti. Hasta allí se desplazó Manuel Llorente, ya que Valverde no le daba bola, para felicitar al argentino y saludar de paso a la plantilla. El presidente volvió a su asiento con una amplia sonrisa, contagiado del buen rollo de los futbolistas. En la llegada a Madrid, David Albelda se llevó la palma en cuanto al mayor número de fotos concedidas por minuto. Pero en el hotel del equipo fue el propio Llorente el que levantó pasiones. Ya se sabe que el gestor goza de mayor popularidad lejos de la Comunitat que en el corazón de Mestalla. Allí miran exclusivamente su reducción de la deuda; aquí se le pide algo más que números, como hacía él con Unai Emery.
El máximo responsable del Valencia sigue muy disgustando con el vicepresidente de la entidad por sus explosivas declaraciones de esta semana, en las que no dejó títere con cabeza. Aunque al presidente le consta que José Antonio García Moreno está arrepentido, sigue considerando que la imagen que corresponde a un consejero del club, y más cuando se asciende de rango, tiene que ser muy diferente a la ofrecida por su vicepresidente de nuevo cuño.
Y pese a las dudas sobre su futuro profesional, toca pensar en la próxima temporada. Por eso a Llorente le dio tiempo, antes de desplazarse a la comida oficial con la directiva del Atlético de Madrid que se celebró en el restaurante La Dorada, para charlar en el hotel durante casi una hora con el director deportivo, Braulio Vázquez, también presente en la capital.

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