El Serbio ha sido valencianista hasta el último minuto, como lo demuestra su inexplicable presencia física en la ceremonia de su destitución
"Si no gano partidos me echarán". La frase la repitió una y otra vez Miroslav Djukic hace unos meses, cuando visitaba la redacción de SUPER recién investido como entrenador del Valencia. Venía de proclamar aquello de "vengo a despertar al gigante dormido" acompañado de la idea de volver a "pelear por los títulos", pero detrás de las palabras está el trabajo, que es lo que ha fallado, y en consecuencia los resultados.
Ha sido valencianista hasta el último minuto, como lo demuestra su inexplicable presencia física en la ceremonia de su destitución, pero nunca el entrenador que necesitaba el Valencia. Es duro ver a Djukic salir por la puerta de atrás, como hace poco más de un año Pellegrino. Le queremos por ser quien es, por su pasado, todos le deseábamos lo mejor, pero nos ha fallado y lo mismo que el Flaco se lo ha ganado.
Por la razón que sea Amadeo Salvo lo ha respetado bastante más tiempo del que debía, aunque en el fondo sabía perfectamente que este sería el triste final. Lo que pasa es que la situación que vive el Valencia CF traspasa ahora mismo el problema generado por la desastrosa gestión del equipo. Se va Djukic, pero la incertidumbre y la confusión se mantienen. No sabemos si pasado mañana irán detrás los que se quedan y todos los que vengan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario