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miércoles, 11 de diciembre de 2013

El Valencia necesita un Mandela

Joan Carles Martí

La potencia del deporte se comprueba en «Invictus», donde se dramatiza con solvencia como Nelson Mandela perdonó a sus opresores y unió con gran éxito a Sudáfrica para el Mundial de Rugby. Clint Eastwood tendría una gran dificultad para rodar algo parecido en esta orilla del Mediterráneo, y eso que hay más material del que se imagina John Carlin, el autor del libro que dio nombre a la película. Porque el valencianismo sobrevive, en cambio, con una cierta sensación de «victus». Los dirigentes y el entorno hace años que estiran de una cuerda que, esta vez sí, amenaza con romperse por la parte más débil, ese sentimiento que plasma una bandera de fútbol. Hace tiempo que le oigo explicar con criterio a Rafa Lahuerta esencial en el análisis, que mucha parte de la debilidad actual del Valencia se debe a una parte de la prensa, a la que pone nombre y apellidos. Asistiéndole una parte de razón, porque aquí el título de analista se reparte en una tómbola, la madre del cordero está entre la dirigencia. Mestalla ha tenido la desgracia de ser pasto de gestores improvisados que se aprovechan de la influencia del club. Nadie se preguntó que podía hacer él por el Valencia y todos esperaron a ver que podía hacer el VCF por ellos. El famoso pensamiento de Kennedy, pero al revés, con el consabido resultado actual. Es más, pese que al museo de aquel magnicidio universal está en Dallas, en Valencia se podría fundar la universidad global del cainismo nos sobran catedráticos, pues no hay presidente que no raje del anterior. Una división interna que se expande en fuertes ondas centrífugas hacia la grada y más allá.

Un pacificador, humilde, sincero y con la cara de buena personas que ofrecía Morgan Freeman en «Invictus» necesita urgentemente el Valencia. Alguien que asuma la actual debilidad de una institución deficitaria pero legendaria, y que sea capaz de fabricar un equipo de fútbol honesto con la camiseta que viste, sin engaños. Da lo mismo la marca de la elástica, el patrocinador, el nombre del entrenador o del manager (hasta el nombre es feo) de turno, porque Mestalla necesita futbolistas que entiendan a su pueblo y que jueguen para la felicidad de ellos. Si fuera así, las juntas de accionistas del Valencia dejarían de ser transcendentales, y se escucharían voces sabías, criticas justas y ninguna bravuconada. Hoy asistiremos de nuevo a un festival de fuegos artificiales, con el ademán impasible de unos directivos amparados por la apisonadora accionarial que representa la Fundación, ese magma abstracto que hace y deshace el valencianismo en medio de la más absoluta oscuridad.

Mientras llega ese imposible Premio Nobel que pacifique el Valencia, representaciones como la de esta noche, ayudan poco a la credibilidad necesaria para pagar la deuda que se debe. Aunque Aurelio Martínez y Amadeo Salvo no son ese Mandela, sería de agradecer que hicieran caso a una de sus frases célebres: «Me gustan los amigos que tienen pensamientos independientes porque suelen hacerte ver los problemas desde todos los ángulos».


http://www.levante-emv.com/deportes/2013/12/10/valencia-necesita-mandela/1058910.html

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