Ciscar intenta rebajar la presión tras el pago de 4,8 millones y sostiene que la deuda de 81 se mantiene en la Fundación.
Balones fuera. Mientras intenta rebajar la presión política que ha generado el pago de los primeros 4,8 millones adeudados a Bankia por la Fundación del Valencia, el Consell sigue en busca de una solución que le libere de las garras del fútbol. Y aunque en público se especula con fórmulas imaginativas para recuperar el dinero ya desembolsado, el único camino pasa por la venta del club, algo más que complicado en la actual coyuntura económica. Lo que ya ha decidido el Gobierno valenciano es que dicho proceso no pasará por las manos de Manuel Llorente, actual presidente del Valencia. A él se reserva la gestión del día a día de la sociedad deportiva, incluso la renegociación del crédito de 220 millones concedido por Bankia y que expira en poco más de un mes. Sin embargo, la venta del Valencia la asumirá directamente la propia Generalitat.
El discurso oficial, y ayer lo volvió a articular el vicepresidente José Císcar, dicta que el Consell «no está buscando ningún inversor para el Valencia», que en todo caso sería competencia de la Fundación (organismo que desde hace unos días controla por completo la Generalitat)... Pero la realidad es otra. Se trata hoy por hoy de la principal hipótesis de trabajo, aunque por el momento son muchas las propuestas recibidas y ninguna convence.
El hecho de que Llorente no participe en la búsqueda de inversores da fe del nuevo terreno que pisa el Valencia. A pesar de que, por su perfil y agenda, el presidente estaría llamado a ser la mejor tarjeta de visita a la hora de traer un comprador, la Generalitat se ha cansado de esperar y, como en el caso de la Fundación, asume directamente las operaciones. Los viajes de Llorente, el último de ellos a Catar, van dirigidos a la búsqueda de pequeños patrocinios puntuales, pero nada más.
Mientras tanto, José Císcar se esfuerza en sus comparecencias semanales por capear el temporal que ha desatado el pago de 4,8 millones por parte del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF). En la de ayer, Císcar arguyó que se ha abonado esos intereses «por obligación y responsabilidad», ya que la Generalitat avaló en 2009 ese préstamo, y como una solución «de emergencia».
Para defenderse de las críticas que recuerdan que en época de recortes sociales no es higiénico destinar dinero público a un club de fútbol, el vicepresidente garantizó que no se ha sacado «ni un euro de ningún departamento de ninguna Conselleria». En este sentido, subrayó con insistencia que si el IVF no hubiera pagado esos 4,8 millones tampoco se podrían destinar a atención a la dependencia, educación o sanidad, por ejemplo. ¿La razón? Ese dinero procede de «una línea específica para avales» vinculada a financiación bancaria; es decir, de un préstamo al IVF que sólo generaría déficit para la Generalitat si a final de año no se ha recuperado ese desembolso.
La rueda de prensa de Císcar tuvo un eje central: la obsesión por defender que el Consell no es dueño del Valencia. Lo reiteró el vicepresidente una y otra vez, dibujando un nuevo escenario. Días después de que todas las partes reconocieran que el IVF pagaba el dinero de los intereses y los 81 millones restantes pasaban a convertirse en un nuevo crédito, Císcar anunció que al final el pacto con Bankia es que esa deuda se mantiene en la Fundación, con lo que tampoco hay trasvase accionarial.
Es la fórmula que ha encontrado la Generalitat para rebajar la presión social y política, una rendija basada en tecnicismos. Formalmente es cierto que Bankia no ha ejecutado el aval, aunque políticamente nadie puede cuestionar que la Generalitat se ha convertido en dueña del club, como lo demuestra su maniobra para 'limpiar' la Fundación o la transmisión de confianza a Llorente sin que éste la pidiera por parte del propio Gobierno valenciano.
Bankia se hizo fuerte en la negociación al exigir el pago de los 86 millones, aunque aceptaba dilatar el desembolso de los primeros 4,8 correspondientes a intereses, y esta vía, la de la no ejecución formal del aval, es la que ambas partes han encontrado para suavizar el impacto. Sin embargo, la evidencia de que la Generalitat ejerce de máximo accionista es que en agosto, cuando venza el próximo plazo de intereses, deberá de nuevo rascarse el bolsillo. De momento tiene unos meses de margen antes de efectuar otro pago, y en ese tiempo se espera recuperar la cantidad ya gastada. Aunque no hay ninguna solución en el horizonte, Císcar anunció que en los próximos días presentará una «hoja de ruta» para capitalizar a la Fundación y que ésta pague al IVF y a Bankia.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2013-02-16/consell-deja-llorente-margen-20130216.html
Balones fuera. Mientras intenta rebajar la presión política que ha generado el pago de los primeros 4,8 millones adeudados a Bankia por la Fundación del Valencia, el Consell sigue en busca de una solución que le libere de las garras del fútbol. Y aunque en público se especula con fórmulas imaginativas para recuperar el dinero ya desembolsado, el único camino pasa por la venta del club, algo más que complicado en la actual coyuntura económica. Lo que ya ha decidido el Gobierno valenciano es que dicho proceso no pasará por las manos de Manuel Llorente, actual presidente del Valencia. A él se reserva la gestión del día a día de la sociedad deportiva, incluso la renegociación del crédito de 220 millones concedido por Bankia y que expira en poco más de un mes. Sin embargo, la venta del Valencia la asumirá directamente la propia Generalitat.
El discurso oficial, y ayer lo volvió a articular el vicepresidente José Císcar, dicta que el Consell «no está buscando ningún inversor para el Valencia», que en todo caso sería competencia de la Fundación (organismo que desde hace unos días controla por completo la Generalitat)... Pero la realidad es otra. Se trata hoy por hoy de la principal hipótesis de trabajo, aunque por el momento son muchas las propuestas recibidas y ninguna convence.
El hecho de que Llorente no participe en la búsqueda de inversores da fe del nuevo terreno que pisa el Valencia. A pesar de que, por su perfil y agenda, el presidente estaría llamado a ser la mejor tarjeta de visita a la hora de traer un comprador, la Generalitat se ha cansado de esperar y, como en el caso de la Fundación, asume directamente las operaciones. Los viajes de Llorente, el último de ellos a Catar, van dirigidos a la búsqueda de pequeños patrocinios puntuales, pero nada más.
Mientras tanto, José Císcar se esfuerza en sus comparecencias semanales por capear el temporal que ha desatado el pago de 4,8 millones por parte del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF). En la de ayer, Císcar arguyó que se ha abonado esos intereses «por obligación y responsabilidad», ya que la Generalitat avaló en 2009 ese préstamo, y como una solución «de emergencia».
Para defenderse de las críticas que recuerdan que en época de recortes sociales no es higiénico destinar dinero público a un club de fútbol, el vicepresidente garantizó que no se ha sacado «ni un euro de ningún departamento de ninguna Conselleria». En este sentido, subrayó con insistencia que si el IVF no hubiera pagado esos 4,8 millones tampoco se podrían destinar a atención a la dependencia, educación o sanidad, por ejemplo. ¿La razón? Ese dinero procede de «una línea específica para avales» vinculada a financiación bancaria; es decir, de un préstamo al IVF que sólo generaría déficit para la Generalitat si a final de año no se ha recuperado ese desembolso.
La rueda de prensa de Císcar tuvo un eje central: la obsesión por defender que el Consell no es dueño del Valencia. Lo reiteró el vicepresidente una y otra vez, dibujando un nuevo escenario. Días después de que todas las partes reconocieran que el IVF pagaba el dinero de los intereses y los 81 millones restantes pasaban a convertirse en un nuevo crédito, Císcar anunció que al final el pacto con Bankia es que esa deuda se mantiene en la Fundación, con lo que tampoco hay trasvase accionarial.
Es la fórmula que ha encontrado la Generalitat para rebajar la presión social y política, una rendija basada en tecnicismos. Formalmente es cierto que Bankia no ha ejecutado el aval, aunque políticamente nadie puede cuestionar que la Generalitat se ha convertido en dueña del club, como lo demuestra su maniobra para 'limpiar' la Fundación o la transmisión de confianza a Llorente sin que éste la pidiera por parte del propio Gobierno valenciano.
Bankia se hizo fuerte en la negociación al exigir el pago de los 86 millones, aunque aceptaba dilatar el desembolso de los primeros 4,8 correspondientes a intereses, y esta vía, la de la no ejecución formal del aval, es la que ambas partes han encontrado para suavizar el impacto. Sin embargo, la evidencia de que la Generalitat ejerce de máximo accionista es que en agosto, cuando venza el próximo plazo de intereses, deberá de nuevo rascarse el bolsillo. De momento tiene unos meses de margen antes de efectuar otro pago, y en ese tiempo se espera recuperar la cantidad ya gastada. Aunque no hay ninguna solución en el horizonte, Císcar anunció que en los próximos días presentará una «hoja de ruta» para capitalizar a la Fundación y que ésta pague al IVF y a Bankia.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2013-02-16/consell-deja-llorente-margen-20130216.html
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