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lunes, 25 de febrero de 2013

Un campo abocado a la media entrada


El club confía en que los precios bajos, la novedad del traslado y la comodidad de las instalaciones, a diferencia del viejo Mestalla, consoliden una base de 55.000 abonados

25.02.2013 | 05:30



El Nuevo Mestalla se ha convertido en un quebradero de cabeza para el Valencia. Su finalización, con las venta de las parcelas del viejo Mestalla paralizada y con el club inmerso en una deuda de 377 millones „240 de los cuales con entidades bancarias„ es una utopía, cuando faltan todavía 150 millones para rematar los trabajos. Los inconvenientes, no obstante, pueden seguir incluso en el hipotético caso futuro de que las obras concluyeran.
El recinto tendrá una capacidad para 75.000 espectadores. Una proyección valorada a mediados de la pasada década, con el club en una posición deportiva puntera „se ganó la Liga en 2004„ y un eufórico contexto económico. En aquel tiempo, Mestalla se llenaba con relativa facilidad y era muy complicado acceder a nuevos abonos, por lo que se pensó en un aumento significativo del aforo. Hoy, el paisaje social del valencianismo ha cambiado, y ha pasado a ser árido, en una ecuación letal en la que se juntan la grave crisis de las economías domésticas, que ha afectado a la asistencia a los estadios con un impacto similar al de otras actividades de ocio, como el cine, y un indudable desencanto hacia el proyecto deportivo. En este sentido, la necesaria venta de jugadores «franquicia» como Villa, Silva y Mata y el crecimiento sideral de Real Madrid y Barcelona, que han elevado el título de liga a una barrera de cien puntos, ha menguado el entusiasmo de la masa social. En menor medida, también ha influido la abundancia de oferta televisiva y la variabilidad de los horarios de los partidos, que ha cambiado las costumbres de los aficionados de mayor edad. Con todo ello, el actual Mestalla ha visto descender en once mil el número de abonados, hasta los 35.000 actuales.
Transportado al nuevo estadio, la imagen sería de un aforo llenado solo en su mitad. Una estampa parecida a la de muchos estadios italianos, ampliados o remodelados para el mundial de Italia 90, cuando la Serie A era el campeonato de referencia en Europa, y que ahora, con la lenta decadencia del torneo, ofrecen mucho cemento en las retransmisiones televisivas.
¿Se trataría, pues, de un proyecto desfasado, demasiado moderno para el contexto de crisis actual? El Valencia es consciente del riesgo de verse expuesto a esa media entrada, y ya trabaja desde hace meses en un «plan de transición» al futuro recinto. El club sobre todo confía en que el traslado al nuevo estadio provoque un repunte social en el valencianismo, basado en dos aspectos: la novedad del estreno de un campo moderno, en contraste con las evidentes incomodidades del viejo Mestalla, y por otro lado, una agresiva campaña promocional con bajos precios. Con todo, se aspira, como reconocieron a Levante-EMV fuentes del club, a «crear una base estable entre 55.000 y 60.000 socios». Para mantenerla y fidelizarla sería indispensable que el Valencia no bajase en su potencial deportivo. Por otro lado, el Valencia quiere que se consolide «un relevo generacional» en la grada, ante el emergente protagonismo que ha tomado la Curva Nord, único sector del estadio en el que ha crecido la demanda de socios.
El ejemplo del Juventus
Desde el club se recuerda que con el Nuevo Mestalla en marcha, la explotación de la zona terciaria permitiría generar más recursos en mercadotecnia, aparte de los relativos a la taquilla por el aumento de asientos. Otros clubes han optado por la contención en su traslado a un nuevo estadio, como el Juventus. El club turinés demolió el estadio de Delle Alpi, con capacidad para 71.000 espectadores, para construir el Juventus Stadium, con un coste de 105 millones, una capacidad para 41.000 espectadores y catalogado con cinco estrellas, la máxima puntuación de la UEFA. El cambio ha sido beneficioso en todos los ámbitos. Se ha pasado de tener un estadio en una perpetua media entrada, con el inconveniente añadido de una pista de atletismo que alejaba a los hinchas del campo, a un recinto siempre lleno, con la afición encima de los jugadores. El estadio ha apuntalado el renacimiento deportivo de la «vecchia signora», recuperada tras el descenso administrativo por el «Moggigate» y de nuevo campeona de Liga.
En Inglaterra, el Liverpool ha preferido invertir 31 millones de euros en regenerar el área donde se levanta Anfield Road, su estadio durante más de 120 años. Se entierra, por la dificultad financiera para su ejecución, el nuevo estadio en Stanley Park, aprobado en 2002 y en el que no han llegado a arrancar ni las obras. Otros grandes clubes británicos, como el Manchester United, Chelsea, Celtic o Rangers, han preferido remodelar sus estadios a irse a nuevos recintos. Por contra el Arsenal, que se mudó al Emirates, a pocas manzanas del viejo Highbury, ha tenido que rejuvenecer su plantilla y bajar un escalón su competitividad deportiva para hacer frente a los pagos por la construcción del estadio.
En España, el Athletic Club tiene previsto marcharse al Nuevo San Mamés, el año próximo. El estadio se ha levantado por vía de la sociedad San Mamés Barria, participada por el club y las instituciones públicas. El campo tiene un coste de 173 millones, y contempla, debido a la crisis, un recorte del 25 % respecto al proyecto inicial, tasado en 240 millones. El BBK invertirá 50 millones, el gobierno vasco, otros 50 millones. La Diputación Foral de Bizkaia aporta otros 50, 17 de ellos en valor de los terrenos. El Athletic aporta 33 millones y 11 el ayuntamiento de Bilbao. El Athletic pagará un canon cifrado en 500.000 euros durante 50 años por el uso de las instalaciones, quedándose con los beneficios por la explotación de la actividad comercial.
Cabe recordar que la titularidad compartida fue una de las variantes que planeó el Valencia, con Jaume Ortí de presidente, cuando en 2003 comenzó a gestarse el proyecto, pero finalmente se desechó ante la ambición del club en no perder patrimonio.
La pujanza de Alemania y Brasil
La liga española ha bajado diez puntos la asistencia a los estadios, hasta un 71'6 %. Contrasta con dos modelos triunfadores, como la Premier League (90'8 % de asistencia) y la Bundesliga, que ha disparado la afluencia desde el 80'2 % al 92'2 % actual. Ambos campeonatos renacieron tras superar dos graves crisis, la de la violencia de los «hooligans» y la quiebra de la multinacional televisiva Kirch. En Alemania, se ha aprovechado la moderna infraestructura heredada del Mundial 2006 para explotar el marketing como el principal recurso de los clubes. Así se permite reducir el precio de las entradas al nivel más bajo de las cinco grandes ligas de Europa, a pesar de la cómoda posición adquisitiva de los aficionados germanos.
También con motivo del próximo Mundial 2014 y los JJOO de 2016, en Brasil se han multiplicado la construcción de nuevos recintos y la remodelación de los campos más emblemáticos, como Maracaná. La burbuja financiera que se vive en Brasil, una de las llamadas «economías emergentes», ha facilitado el proceso, paralelo a la potenciación del campeonato brasileño, que ha recuperado a jugadores como Alexandre Pato y que sólo vende a Europa a valores como Óscar (Chelsea) o Lucas Moura (PSG) por cantidades astronómicas.

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