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miércoles, 27 de febrero de 2013

Jonas y Alves están tristes

27.02.2013 | 05:30

J. V. Aleixandre





El mejor camino que tiene un futbolista para reivindicarse es a través del propio fútbol. La forma más apropiada para acallar bocas es marcando goles, o evitándolos, o fabricándolos... Es decir, jugando a un buen nivel. Todos los demás procedimientos empleados para reconducir una situación adversa de juego, son torticeros. Apelar, por ejemplo, al periodismo para resolver conflictos, ya sean reales o imaginarios, es acudir a un estamento que no facilita la solución. Al contrario: la suele complicar porque no está en sus manos resolverla y además introduce factores ajenos al problema, que obedecen a intereses opuestos. Y encima, constituye una demostración de inmadurez profesional. A ningún futbolista, al firmar su contrato por un club, se le garantiza la titularidad. Otras prebendas sí -casa, coche, chófer, colegio, servicios varios...- pero la condición de titular no figura por escrito en cláusula alguna. El puesto en el once, salvo que el entrenador sea uno de esos cantamañanas que últimamente bastardean la profesión, se lo gana el futbolista con su trabajo diario y su rendimiento en los partidos. 
Por lo que respecta al aprecio y a la admiración de la grada, ambos se conquistan con la productividad y la entrega a unos colores, no con el desprecio y el desdén hacia los aficionados. Lo cual no es óbice para que la peña, caprichosa tantas veces, la tome con un jugador y sea aborregadamente injusta con él. La afición también se equivoca, incluso tanto como los entrenadores que, por pura lógica, saben más y conocen mejor a los futbolistas y sus características, que sus fanáticos o sus detractores. Eso de que quien paga siempre tiene razón es una falacia profundamente reaccionaria. Sólo nos faltaba que el criterio también cotizara en bolsa. Más aún: cuando el dinero aparece por medio, suele evaporarse la cordura. 
Todo esto viene a cuenta de los supuestos agravios que dicen padecer Diego Alves y Jonas, ambos enfadados porque se sienten perjudicados por la critica y malqueridos por el personal, respectivamente. En el caso del portero es cierto que una parte del periodismo ha mostrado sus preferencias por Guaita, en base a que es valenciano. Una consideración de escaso criterio científico, en efecto. Pero Alves no debería prestar oídos a quienes más vocean. Sólo son eso: ruido.
Por lo que se refiere a Jonas, ha de hacérselo mirar. Parece un tipo muy frágil de carácter, propenso a caer en el fatalismo. Ernesto Valverde lo tiene entre sus elegidos, pese a que su rendimiento último había decaído. Pero Mestalla no es un campo difícil para los futbolistas foráneos. Al contrario: con los jóvenes de la cantera apenas se tiene paciencia y se les exige un nivel que no tienen muchos extranjeros. Al gran mito local del valencianismo, digo de don Antonio Puchades, Mestalla le abucheó en sus inicios y tardó un tiempo en retirarle el mote de "coll gelat" -se le acusaba de ser ¡un futbolista frío!-. E igual de canutas se las pasaron al principio casi todos los jóvenes de la tierra. En cambio, cualquier mediocridad importada, es acogida como si se tratara de una superestrella. Aunque muchas veces, de forment ni un gra... Así que lo dicho: más fútbol y menos ñoñería.


http://www.levante-emv.com/deportes/2013/02/27/jonas-alves-tristes/977697.html

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