06.02.2013 | 01:15
J. V. Aleixandre
Si algún incauto pensaba todavía que el fútbol era un remanso de aguas limpias y transparentes en esta ciénaga incesante de pequeños timos y grandes corruptelas, ya se puede quitar el antifaz de los ojos y contemplar abiertamente la realidad. A través -¿cómo si no?-del ciclismo, se descubre ahora que un equipo, la Real Sociedad, también recurrió a los servicios de Eufemiano Fuentes, el hechicero canario, para que le cocinase los consabidos arreglos de infalibles pócimas ganadoras. Era el año 2002, cuando la Real fue sorprendente subcampeona de Liga; la temporada anterior había acabado decimotercera y la siguiente, decimoquinta.
Su presidente, a la sazón, era Jose Luis Astiazarán, ahora flamante mandamás de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), organismo al que ha conseguido resquebrajar por la mitad, sin que ninguna de las dos partes haya quedado satisfecha del todo, ni tampoco se avenga a negociar con la otra. Un trabajo de orfebrería fina. Sin embargo, ahí sigue impertérrito, aunque ahora tendrá que reconsiderar seriamente su continuidad y, si no decide marcharse él, deberían despedirle sus conmilitones, los restantes presidentes, si bien sea por una cuestión de estética. El lobo no puede seguir guardando el gallinero. Pero vaya usted a saber, qué enrevesado argumentario se sacarán de la manga para no mover ficha. Ahí anda Mariano, haciéndose el digno y llamándose andana. Y si eso hace el prior, que no harán los frailes...
Pero por si acaso suena la flauta, quédense con dos nombres, que tampoco les van a resultar difíciles de memorizar: Quico Catalán y Manuel Llorente. El presidente granota ha dado suficientes muestras de habilidad y diligencia para regir el fútbol profesional español, tras su brillante gestión al frente del Levante UD. A Llorente, entre sus asesores aúlicos y sus aguadores mediáticos, le han confeccionado un currículo muy aseado, a base de coger un recorte de allí y coserle un pedazo de acá. El apaño, allende Contreras, cuela. De manera que si Astiazarán dobla el espinazo, asistiremos, ahora si, a un apasionante derbi valenciano. Y no valen apaños. Un pacto entre ambos presidentes para comandar la LFP, defraudaría a sus respectivos clubs de fans. ¡Segundos fuera!
Su presidente, a la sazón, era Jose Luis Astiazarán, ahora flamante mandamás de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), organismo al que ha conseguido resquebrajar por la mitad, sin que ninguna de las dos partes haya quedado satisfecha del todo, ni tampoco se avenga a negociar con la otra. Un trabajo de orfebrería fina. Sin embargo, ahí sigue impertérrito, aunque ahora tendrá que reconsiderar seriamente su continuidad y, si no decide marcharse él, deberían despedirle sus conmilitones, los restantes presidentes, si bien sea por una cuestión de estética. El lobo no puede seguir guardando el gallinero. Pero vaya usted a saber, qué enrevesado argumentario se sacarán de la manga para no mover ficha. Ahí anda Mariano, haciéndose el digno y llamándose andana. Y si eso hace el prior, que no harán los frailes...
Pero por si acaso suena la flauta, quédense con dos nombres, que tampoco les van a resultar difíciles de memorizar: Quico Catalán y Manuel Llorente. El presidente granota ha dado suficientes muestras de habilidad y diligencia para regir el fútbol profesional español, tras su brillante gestión al frente del Levante UD. A Llorente, entre sus asesores aúlicos y sus aguadores mediáticos, le han confeccionado un currículo muy aseado, a base de coger un recorte de allí y coserle un pedazo de acá. El apaño, allende Contreras, cuela. De manera que si Astiazarán dobla el espinazo, asistiremos, ahora si, a un apasionante derbi valenciano. Y no valen apaños. Un pacto entre ambos presidentes para comandar la LFP, defraudaría a sus respectivos clubs de fans. ¡Segundos fuera!
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