Clasificacion de la liga

Clasificación ofrecida por http://www.marcadores.com

#YoEstoyConelMestalla

viernes, 25 de octubre de 2013

Djukic, esto no funciona

BAR TORINO



El Valencia de Djukic no funciona. Ya han transcurrido dos meses de competición y once partidos oficiales. Tiempo y evidencias suficientes para que alguien en la Avenida de Suecia exija al serbio un aumento en las prestaciones del equipo. Porque, analizada al detalle, la plantilla no difiere tanto de la que mereció el pasaporte a la previa de la Champions la pasada temporada.
Es innegable que el vacío dejado por la marcha de Soldado es inmenso –sobre todo si Pabón sigue jugando fuera de sitio y Postiga toca tres balones por partido-, pero también lo es que Djuka dispone de un grupo de jugadores con el nivel y la calidad suficientes para pelear por la cuarta posición. Y ahora mismo el Valencia es octavo. Está a doce puntos del Barça, once del Atleti y nueve del Real Madrid. No es que no despierte. Es que el gigante lleva una caraja como un piano de cola.
¿Qué ha pasado para que en apenas dos meses no quede ni rastro de aquel Valencia efectivo, ordenado y por momentos vistoso que Valverde rescató de entre las sombras?. Tengo mi teoría. Los jugadores no se creen a Djukic. Esencialmente, los entrenadores tienen tres vías para ganarse la confianza de un vestuario. Efectividad, autoridad y/o conocimientos. O lo que es lo mismo, ganar partidos, imponer respeto entre cuatro paredes y/o ‘fascinar’ al jugador a través de lecciones en pizarra y DVD. No hay otra. Al serbio, que supo ser más inteligente que nadie utilizando el raje de Ramí para fortalecer su imagen ante el resto de jugadores, sólo le queda la autoridad. Y, ojo, relativa.
El equipo no cree en lo que defiende. Eso cuando es capaz de entender qué está defendiendo. En dos meses, se han producido graves problemas en la salida de balón desde atrás (véase el partido contra el Betis). Ha habido encuentros en los que varios futbolistas estaban en el campo sin saber cómo ni dónde iniciar la línea de presión.
El Valencia ha intentado un juego directo para el que no tiene recursos ni ha trabajado lo suficiente en Paterna. Y, por si esto fuera poco, el equipo no tiene la riqueza táctica que debería. De la preparación física ya les he hablado en semanas anteriores. Razones más que suficientes para que, tras el desastre ante el Swansea, en el consejo de administración más de uno planteara abiertamente la conveniencia de destituir a Djukic.
Afortunadamente, tres días después Emery sentó a Gameiro con 1-1 y el Valencia fulminó al Sevilla en un ataque de vergüenza torera de los jugadores. Al acabar el partido, y sin que Mónica Marchante le preguntara, Salvo se vino arriba: “Djukic acabará la temporada”. Ya saben. Dueño de mis silencios… esclavo de mis palabras. Dios quiera que el presidente no se vea en la tesitura de tener que elegir entre debilitar su imagen pública tragándose aquella proclama o prescindir del entrenador para conseguir que el equipo pueda pelear de verdad por ser cuarto.
Fui de los primeros en sacudir al equipo para intentar ayudar al técnico por la evidente falta de actitud en Heliópolis o Cornellà. Mestalla apretó y llegó la reacción. Pero tras ese arranque de redaños, esfuerzo, unión (no sé hasta que punto artificiosa), el fútbol no llega. El Valencia ganó de rebote en el Nuevo Los Cármenes, aprovechando un resbalón del portero del Kuban en Krasnodar y gracias al error de Saúl Ñíguez contra el Rayo Vallecano.
No tengo ninguna duda. Seguro que Djukic es mejor entrenador de lo que hemos visto hasta ahora. Pero también tengo el firme convencimiento de algo: esta plantilla posibilita algo más que ser octavo. El entrenador es el gran responsable de sacarle partido. Y el tiempo pasa. Ojalá esta noche comience el gran cambio. Pagaría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario