El Valencia homenajea esta tarde a Ignacio Eizaguirre, el legendario guardameta del equipo en los gloriosos años 40 que fue fichado de la Real Sociedad - La mujer del donostiarra y sus tres hijos son invitados por el club y estarán presentes en el palco
J. M. BORT | VALENCIA
El Valencia homenajea esta tarde al mítico portero del equipo Ignacio Eizaguirre, una de las grandes leyendas de la historia del club blanquinegro. La entidad aprovecha la visita de la Real Sociedad, el equipo de origen del exguardameta, para recordarle, después de su fallecimiento el pasado mes de septiembre. Al acto asistirá su familia, invitada por el Valencia expresamente para la ocasión. Está confirmada la presencia de su mujer Carmen y de sus tres hijos Mari Carmen, Iñaki e Isabel, que vendrán acompañados de los nietos del exfutbolista del Valencia.
Ignacio Eizaguirre (San Sebastián, 1920) murió el pasado 1 de septiembre en su ciudad natal, con 92 años y con gran parte de su corazón de color blanquinegro. El Valencia le dejó una huella imborrable. El elegante y plástico guardameta internacional, que marcó tendencia con sus sensacionales paradas, fue uno de los protagonistas de una de las épocas más gloriosas del Valencia. Conquistó, en los años 40, años del equipo de la Delantera Eléctrica, tres campeones de Liga (41-42, 43-44 y 46-47), una Copa del Generalísimo (49) y dos trofeos Zamora (43-44 y 444-45), lo que le sirvió para ser el mejor portero español de la época.
Mestalla tiene motivos de sobra para tributarle hoy un homenaje emotivo. A la altura de los más grandes. Gran amigo de otra leyenda valencianista, Antonio Puchades curiosamente, ambos han fallecido en el mismo año, Eizaguirre brilló con el entonces capitán del Valencia en la selección española. Fue el portero del histórico equipo del Mundial de Brasil de 1950. España fue cuarta en aquel torneo, el mejor puesto de «La Roja» pese a que a España no adoptó ese apelativo hasta que Luis Aragonés lo utilizó antes de la Europa 2008 hasta que ganó el título en 2010. Gracias, entre otros valores, al candado que aquella selección tenía en la portería. Eizaguirre, al igual que «Tonico», siempre recordó orgulloso haber jugado al fútbol entre las impresionantes gradas de Maracaná.
El compromiso
Surgido de varios equipos de su San Sebastián natal, había llegado al Valencia procedente de la Real en 1941 por 60.000 pesetas, tras haber aparecido en las alineaciones del equipo donostiarra tras la Guerra Civil y rechazar las ofertas del Real Madrid y el Barcelona. Su padre, Agustín, ya se había comprometido con la entidad de Mestalla. Una actitud honrada que hoy en día no se practica. Don dinero evita mantener firme una decisión.
Desde bien pronto, el portero guipuzcoano se convirtió en un referente para cualquier joven aspirante a portero, tanto por sus paradas, como por esa imagen que los fotógrafos de la época se dedicaron a prodigar. No sólo por su arte para volar por los aires y blocar la pelota. Hubiese hecho lo mismo, recordó alguien cuando murió, si le hubiesen lanzado melones o botijos en vez de balones. Nadie ha dibujado mejores «palomitas» en Mestalla desde entonces. También creó tendencia por lucir indumentarias más vistosas de una época en la que el negro era el color habitual de los trajes de los porteros.
«¿Dónde queda ahora la sensibilidad?. ¿Quién se pone guantes para acariciar a una mujer?», recordó Eizaguirre en una entrevista con Levante-EMV en 2008. Él sólo utilizaba unos muy finos, de lana, cuando llovía, y no entendía cómo los guardametas utilizan hoy esos guantes tan rígidos. Terminó con varios dedos fracturados y machacados. Mestalla le dará hoy las gracias.
Ignacio Eizaguirre (San Sebastián, 1920) murió el pasado 1 de septiembre en su ciudad natal, con 92 años y con gran parte de su corazón de color blanquinegro. El Valencia le dejó una huella imborrable. El elegante y plástico guardameta internacional, que marcó tendencia con sus sensacionales paradas, fue uno de los protagonistas de una de las épocas más gloriosas del Valencia. Conquistó, en los años 40, años del equipo de la Delantera Eléctrica, tres campeones de Liga (41-42, 43-44 y 46-47), una Copa del Generalísimo (49) y dos trofeos Zamora (43-44 y 444-45), lo que le sirvió para ser el mejor portero español de la época.
Mestalla tiene motivos de sobra para tributarle hoy un homenaje emotivo. A la altura de los más grandes. Gran amigo de otra leyenda valencianista, Antonio Puchades curiosamente, ambos han fallecido en el mismo año, Eizaguirre brilló con el entonces capitán del Valencia en la selección española. Fue el portero del histórico equipo del Mundial de Brasil de 1950. España fue cuarta en aquel torneo, el mejor puesto de «La Roja» pese a que a España no adoptó ese apelativo hasta que Luis Aragonés lo utilizó antes de la Europa 2008 hasta que ganó el título en 2010. Gracias, entre otros valores, al candado que aquella selección tenía en la portería. Eizaguirre, al igual que «Tonico», siempre recordó orgulloso haber jugado al fútbol entre las impresionantes gradas de Maracaná.
El compromiso
Surgido de varios equipos de su San Sebastián natal, había llegado al Valencia procedente de la Real en 1941 por 60.000 pesetas, tras haber aparecido en las alineaciones del equipo donostiarra tras la Guerra Civil y rechazar las ofertas del Real Madrid y el Barcelona. Su padre, Agustín, ya se había comprometido con la entidad de Mestalla. Una actitud honrada que hoy en día no se practica. Don dinero evita mantener firme una decisión.
Desde bien pronto, el portero guipuzcoano se convirtió en un referente para cualquier joven aspirante a portero, tanto por sus paradas, como por esa imagen que los fotógrafos de la época se dedicaron a prodigar. No sólo por su arte para volar por los aires y blocar la pelota. Hubiese hecho lo mismo, recordó alguien cuando murió, si le hubiesen lanzado melones o botijos en vez de balones. Nadie ha dibujado mejores «palomitas» en Mestalla desde entonces. También creó tendencia por lucir indumentarias más vistosas de una época en la que el negro era el color habitual de los trajes de los porteros.
«¿Dónde queda ahora la sensibilidad?. ¿Quién se pone guantes para acariciar a una mujer?», recordó Eizaguirre en una entrevista con Levante-EMV en 2008. Él sólo utilizaba unos muy finos, de lana, cuando llovía, y no entendía cómo los guardametas utilizan hoy esos guantes tan rígidos. Terminó con varios dedos fracturados y machacados. Mestalla le dará hoy las gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario