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viernes, 11 de octubre de 2013

Liberad a Dorlan

BAR TORINO



El inicio de temporada para Miroslav Djukic no ha sido precisamente un paseo en barca. Es muy posible que ni él mismo imaginara tanta adversidad cuando proclamó aquello del gigante dormido en cuanto puso pie en Mestalla. El equipo sigue sin sacudirse totalmente del letargo y se mantiene en dimensiones 'hobbit'. Dio la impresión de recuperar las constantes vitales en el Botxo pero, de gigante, nada.
Además, el serbio ha tenido que variar la hoja de ruta inicial. Varias veces. El dibujo de partida, la posición de Banega, el dilema de los petos cada martes en Paterna, su idea respecto a la rotación de porteros, prescindir del juego elaborado desde atrás para reducir el número de balones perdidos y tratar de imponer una fórmula más directa, la aportación de Piatti…  Todo esto ha ocurrido en 55 días. Es el tiempo que ha transcurrido desde el arranque de la Liga.   
El vertiginoso ritmo de competición (tras el parón por los compromisos de las selecciones internacionales, el Valencia disputará 7 partidos en 21 días) deja poco margen para pasar horas en el laboratorio o sentarse delante de la pizarra o DVD.  Por eso sería fabuloso que en estas dos semanas de paréntesis el cuerpo técnico se afane en inocular en el coco de sus jugadores una idea de juego diferente de la habitual. Djuka enriquecerá el arsenal táctico del equipo y, de paso, rescatará de las sombras a un jugador de 7 millones de euros. Me explico. 
De partida, todos tenemos claro que Miroslav Djukic no es un técnico que apueste por jugar a la contra. Pero dispone de jugadores demoledores para, al menos, intentarlo. Dando por sentado que el Valencia será protagonista en todos sus partidos y en muchas ocasiones se pondrá por delante en el marcador, el equipo debe interiorizar y aplicar con inmediatez el contragolpe. Banega (que alguien le diga que juegue a uno o dos toques siempre que sea posible, lo hace como los ángeles), Parejo o Canales pueden hacer de lanzadores para Bernat, Sosó, Alcácer o, sobre todo, Pabón. Son cuatro balas que, además, interpretan a la perfección el juego al espacio, a la espalda de la defensa. No puedo creerme que Djukic siga pensando que la posición idónea de Dorlan es la banda izquierda. 
El atacante colombiano sobrevive como puede en la siniestra. Como un guepardo enjaulado en un metro cuadrado. No está en su mejor momento de forma –preparación física, intuyo-, y además no tiene espacios para explotar su velocidad y golpeo a puerta. Liberarle y sacar partido de su tremendo potencial es responsabilidad única del serbio. Desarrollar un 'plan B' que tenga el contragolpe como premisa fundamental destapará al mejor Pabón. Y convertirá al Valencia en menos previsible. Mejor, en una palabra.

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