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sábado, 12 de octubre de 2013

El corazón no tiene acciones a su nombre

Vicente Bau


Hablaba ayer J. M. Bort en las páginas de este diario de la paulatina desaparición de la palabra democracia vinculada al Valencia Club de Fútbol. Y sí, Bort tiene toda la razón del mundo. Es más, yo añadiría que desde el minuto 1 en el que un club deportivo llamado Valencia pasó a convertirse en Sociedad Anónima Deportiva eso de democracia quedó para nostálgicos o amantes de las utopías. Desde el mismo instante que la SAD comenzó su andadura (¡maldita la hora!) ese sentimiento llamado Valencia pasó a convertirse en una mercantil y en una mercantil, cualquier mercantil, la democracia no existe. En una mercantil manda el dinero. El que más tiene más manda. Y será así para siempre jamás.
FRACASOS ENCANTADORES
Y sí, ha habido muchos intentos a lo largo de todos estos años de SAD de convertir al Valencia en una mercantil democratizada. Pero eso es imposible. Generoso es „ y digno de aplauso„ el esfuerzo que han hecho muchos valencianos y valencianistas a lo largo de estos últimos años por dar un giro hacia un gobierno de todos y para todos. Pero el esfuerzo ha sido baldío. Donde manda la 'pasta' desaparece el corazón. Y aquí, en el caso que nos ocupa, todo el problema radica en eso, en la 'pasta' „ o mejor dicho en la ausencia de ella„ , y por tanto, la fuerza del corazón sólo queda para animar a los jugadores en los partidos y disfrutar de un deporte llamado fútbol. Pero para gobernar, no. El corazón no tiene acciones a su nombre.
LA UTOPÍA DE VARONA
El presidente fugaz de la Fundación del Valencia ungido a dedo por el vicepresidente del Consell, José Císcar, fue el último en utilizar la palabra democracia y desde que puso su nombre sobre la mesa cayó en desgracia. La idea democrática de Varona duró un suspiro. El mismo suspiro que duró él, Varona, como presidente de la Fundación. Una fundación, la que ahora preside Aurelio, que es la máxima accionista de la mercantil, el patrón por tanto, y en tanto que patrón queda muy alejada de la democracia.
TOCA VENDER
Vuelvo al artículo de Bort y a la palabra democracia. Y regreso al presente y a lo que nos depara (o debería deparar) el futuro. ¿Y qué es? Pues miren, todo va encaminado a la venta global del Valencia a inversores (o inversor) de posibles capaz de hacer frente a la gigantesca deuda que amenaza a la mercantil con negros nubarrones. Y seamos claros y sinceros. ¿Ustedes creen que un hipotético comprador del Valencia va a hacer un desembolso filantrópico en aras de la democracia o va a soltar la 'pasta' con la única idea de hacer negocio? Pues no lo duden. Quédense con la segunda opción. Pero ojo, eso de hacer negocio con el Valencia no tiene porqué ser malo para el Valencia... no va incluido. Ahora bien, lo que si que iría directamente al desguace es la palabra democracia. Los negocios, de toda la vida de dios, no tienen nada de democráticos.

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