Vicente Bau
Así es. El Valencia, el equipo, se ha convertido en un oasis en pleno proceso de venta de la mercantil. Un oasis es sinónimo de paz, de centro termal, de hogar ajeno pero hogar al fin y al cabo, y suele aparecer como una bendición cuando andas medio perdido por el desierto. De estar polvoriento, con sed, cansado y malhumorado a ver en el horizonte las primeras palmeras anunciadoras de agua, dátiles, descanso y buen rollo, media un abismo.
Los de Pizzi
Pues eso, que el Valencia de Pizzi, el Valencia actual, el que juega a fútbol y es capaz de voltear un marcador como hizo ante el Granada, representa para el valencianismo un lugar de paz y sosiego en medio de la aridez que nos está transmitiendo el proceso de venta de la Sociedad Anónima. Y sí, el equipo es como un remanso de paz? pero sólo su efecto. Para conseguirlo, para ser esa especie de oasis en medio de tanta turbulencia, los de Pizzi han recuperado (curiosamente) el espíritu que siempre ha sido fiel escudero de los blanquinegros. Bronco y copero. Este Valencia es bronco y copero. Este oasis tranquiliza el alma... pero no sin antes apelar al esfuerzo y al trabajo. Y al raciocinio, especialmente al raciocinio del Lagarto.
Gloval respect
Y un último apunte. Si Pizzi y sus jugadores han logrado que el personal deje de hablar de Bankia, Lim, Lom, Lum, Salvo, Fabra, Aurelio y compañía yo rogaría a nuestros próceres que en unas semanas deben liquidar la mercantil que no fastidien la paz bronca y copera del oasis. En este caso la quietud no exenta de estrategia de un lagarto (Juan Antonio Pizzi) ha dado una lección al vuelo nervioso y cambiante de rumbo de nuestro entrañable murciélago... y en este caso, y sin que sirva de precedente, por murciélagos entiendan a los hombres encargados de vender el club y su errática trayectoria.
Los de Pizzi
Pues eso, que el Valencia de Pizzi, el Valencia actual, el que juega a fútbol y es capaz de voltear un marcador como hizo ante el Granada, representa para el valencianismo un lugar de paz y sosiego en medio de la aridez que nos está transmitiendo el proceso de venta de la Sociedad Anónima. Y sí, el equipo es como un remanso de paz? pero sólo su efecto. Para conseguirlo, para ser esa especie de oasis en medio de tanta turbulencia, los de Pizzi han recuperado (curiosamente) el espíritu que siempre ha sido fiel escudero de los blanquinegros. Bronco y copero. Este Valencia es bronco y copero. Este oasis tranquiliza el alma... pero no sin antes apelar al esfuerzo y al trabajo. Y al raciocinio, especialmente al raciocinio del Lagarto.
Gloval respect
Y un último apunte. Si Pizzi y sus jugadores han logrado que el personal deje de hablar de Bankia, Lim, Lom, Lum, Salvo, Fabra, Aurelio y compañía yo rogaría a nuestros próceres que en unas semanas deben liquidar la mercantil que no fastidien la paz bronca y copera del oasis. En este caso la quietud no exenta de estrategia de un lagarto (Juan Antonio Pizzi) ha dado una lección al vuelo nervioso y cambiante de rumbo de nuestro entrañable murciélago... y en este caso, y sin que sirva de precedente, por murciélagos entiendan a los hombres encargados de vender el club y su errática trayectoria.
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