El soberbio encuentro del Camp Nou, coronado con un gol, da fe del buen momento del futbolista tras su incierto arranque de temporada con Djukic El madrileño recupera el nivel que exhibió con Valverde y asume su liderazgo tras la marcha de Banega
JOSÉ MOLINS | VALENCIA..-
JOSÉ MOLINS | VALENCIA..-
La confianza y la continuidad le han hecho recuperar su mejor nivel y ahora Dani Parejo vuelve a ser la referencia en el centro del campo del Valencia. Crea, distribuye, maneja el juego del equipo y hasta marca goles. Tras un largo paréntesis de seis meses se ha reencontrado con los galones y las buenas sensaciones que tuvo con Ernesto Valverde, quien le hizo alcanzar su punto álgido. Tras un mal inicio de temporada ha recuperado su sitio en el equipo y la llegada de Pizzi ha logrado que vuelva a creer en sí mismo, pero también que el valencianismo crea en el de Coslada.
Con libertad de movimientos y mostrando una gran intensidad, el madrileño realizó un partido soberbio en el Camp Nou, guiando a su equipo y poniendo contra las cuerdas al mejor centro del campo del mundo. «Es un día perfecto, se ha visto un Valencia distinto y con ganas de hacer las cosas bien», aseguró tras el encuentro. Ha adelantado su posición y eso le permite desarrollar todo su fútbol ofensivo, al que se le suma también la dosis de garra y compromiso que otras veces se ha echado en falta debido a la frialdad característica suya.
La cesión de Banega le ha ayudado a dar un paso al frente en el campo y en el vestuario. Está llamado a ser uno de los líderes del Valencia en esta nueva etapa, en la que los símbolos se han ido cayendo por el camino. Djukic no supo sacar lo mejor de Parejo y el jugador no encontraba su sitio. En los primeros diez partidos de Liga sólo lució la titularidad ante el Betis, en un encuentro catastrófico que le acabó pasando factura, junto a Oriol, e incluso fue sustituido y señalado por el entrenador en la segunda parte.
Hasta entonces tuvo pequeños ratos únicamente ante Real Sociedad, Barcelona y Villarreal, además del Villamarín. Pero finalmente el serbio empezó a darle oportunidades y a partir de la jornada 11 se aferró a la titularidad. Nadie le ha apartado de ella desde entonces. Fue clave en la balsámica victoria en Getafe, el más destacado del equipo, y también contra Osasuna.
Pero la llegada de Pizzi le ha hecho mejorar aún más. Se lució contra el Levante y ha sido indiscutible para el argentino. Tanto es así que en la peor derrota de esta nueva etapa, en Balaídos, el equipo se descompuso cuando a él los sustituyeron después de haber marcado el gol.
Su evolución en el club ha sido especialmente curiosa. Llegó en 2011 con el título de campeón de Europa sub-21 a cambio de seis millones de euros, tras triunfar en el Getafe, pero nunca demostró su calidad. Estuvo a punto de marcharse cedido o traspasado, aunque ninguna negociación cuajó, ni en el mercado de invierno en esa campaña ni al verano siguiente. Mentalmente fuera del equipo, Mestalla le silbaba cuando le tocaba sustituir a Banega, y un desafortunado comentario de su hermana en las redes sociales echó más leña al fuego. Pero tocó fondo en mayo de 2012 cuando dio positivo en un control de alcoholemia de madrugada en Valencia. Fue la gota que colmó el vaso y le obligó a salir públicamente a pedir disculpas al valencianismo. «Tengo problemas personales muy jodidos», dijo al día siguiente.
El Principe de Coslada parecía haber salido rana. Un fichaje ruinoso, poco centrado, que transmitía la sensación de no ir a triunfar nunca en el Valencia. Pero ese verano tampoco encontró equipo, y a la postre resultó una gran decisión. Con Pellegrino su situación seguía igual, pero llegó Valverde y le cambió la vida. Poco a poco fue ganando peso en el equipo, cogiendo confianza y soltándose, hasta desplegar su mejor fútbol. Fue una de las claves del resurgir de un Valencia hundido que llegó a rozar su clasificación para la Champions.
Todo apuntaba a que el de Coslada era otro, estaba completamente rehabilitado después de esa revolución en su carrera, que le convertía en un fijo en el equipo. Pero naufragó junto al resto de la plantilla con Djukic en el banquillo, arrastrado por la indolencia general.
Ahora todo es diferente. Ha vuelto a ser el mismo que deslumbró hasta el mes de junio, y el mensaje de Rufete en este mercado de invierno, con la cesión de Banega y el fichaje de Keita, es claramente de apoyo y confianza hacia Parejo. El de Coslada va a ser el creador del equipo y el resto de mediocentros le ayudarán desde atrás con el trabajo sucio. El madrileño necesita sentirse así para triunfar, y ahora no va a tener cortapisas en el vestuario que se lo impidan.
Está aprovechando esa mayor cercanía al área para ver puerta, y lleva ya dos goles, pero su libertad de movimientos le permiten ser ya el cuarto jugador con más asistencias, tras Barragán, Feghouli y el propio Banega. Desde la jornada once hasta ahora ha jugado los noventa minutos en cada partido, excepto ante Real Madrid, Levante y Espanyol, donde fue sustituido en los últimos minutos, así como Málaga y Celta, cuando abandonó el campo con media hora por delante.
Aunque en los próximos partidos se podrá comprobar si de verdad ese nivel tiene continuidad y el jugador asume su liderazgo en el vestuario. Su posición de eje creador del equipo en el centro del campo, con dos jugadores por detrás, en un esquema 4-3-3, estará a prueba con la entrada en el equipo de Vargas y Vinicius Araújo. Principalmente del chileno, que puede jugar de segundo punta, lo que obligaría a retrasar al de Coslada su posición, y entonces no estaría tan protegido para crear juego.
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